Hija de la tierra by Andrea Longarela

Hija de la tierra by Andrea Longarela

autor:Andrea Longarela [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


Nunca había asistido a un baile. Ni siquiera podía imaginarme cómo sería, pese a que Hermine nos había preparado para salir airosas de uno cuando viviéramos en el exterior. Por primera vez, estaba ilusionada por conocer las costumbres del que ya sentía un poco mi pueblo, pese a la constante sensación de que algo en mí seguía sin encajar entre sus gentes. Cuando meditaba sobre ello, llegaba a la conclusión de que debía acostumbrarme a todo lo que desconocía y que, si lo conseguía, acabaría siendo más asumense que el propio Redka.

Estaba inquieta. Más aún cuando me puse el vestido que me había regalado Redka en el campamento. Pensaba que él no era consciente de lo que ese gesto había significado para mí. No por el detalle, sino porque se trataba de mi primer vestido desde el recuerdo de los que usaba siendo una niña. La primera pertenencia con la que contaba que era solo mía, distinta a cualquier otra, y que me hacía formar parte de ese nuevo mundo y alejarme de mi pasado.

Llevaba guardado en el saco desde entonces; ni siquiera lo había sacado para maravillarme de lo bonito que era. Y no es que fuera muy diferente a los que veía a menudo en las mujeres del pueblo, pero era mío y eso lo hacía más especial a mis ojos. Además, no resultaba tan anodino como los que Syla me había prestado para la vida diaria, sino que tenía detalles más trabajados, como el hilado que bordeaba el escote para terminar en un lazo blanco o el color, un azul que me recordaba al de Beli bajo la luz de la luna.

Me lo puse porque me parecía de muy mal gusto acudir a una fiesta que homenajeaba nuestro enlace con un vestido prestado que usaba para limpiar el establo y, aparte de los heredados de Syla, solo tenía mi viejo vestido blanco que guardaba polvo en el altillo. No creí poder volver a ponérmelo. Ya no era un destello de rebeldía, sino que, después de verme con otros colores y prendas, hacerlo me parecía una traición a mí misma. Yo ya no era aquella chiquilla ingenua que se pasaba el día descalza y envuelta en encaje. Tampoco estaba muy segura de en quién me estaba convirtiendo, pero pretendía averiguarlo pronto.

Me recogí el pelo con un lazo, dejando que la coleta cayera por un lateral, y me miré en el espejo satisfecha antes de salir en busca de Redka. Me sentía hermosa, muy distinta a lo que considerábamos bello en la Casa Verde, cuando nos cubrían la piel con polvos brillantes y coronaban el pelo con flores.

Abrió los ojos como platos al verme con su vestido. Sonreí, aunque solo lo hice el tiempo que tardé en reaccionar ante los dibujos ocres de su rostro. Esas extrañas figuras habían regresado. Entonces quien sonrió fue él.



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